Europa punto de encuentro
Ciclo de conferencias sobre modelos y
metodologías de formación superior en Europa
Dr. José M. Esteve
Hacia un nuevo modelo de profesor universitario
La enseñanza es una profesión ambivalente. En ella te pue-
des aburrir soberanamente, y vivir cada clase con una profunda
ansiedad; pero también puedes estar a gusto, rozar cada día el
cielo con las manos, y vivir con pasión el descubrimiento que, en
Cada clase, hacen tus alumnos.
Como casi todo el mundo, yo me inicié en la enseñanza uni-
versitaria con altas dosis de ansiedad; quizás porque, como he
escrito en otra parte, nadie nos enseña a ser profesores y tene-
mos que aprenderlo nosotros mismos por ensayo y error.
Aún me acuerdo de mi primer día de clase, un aula enorme,
con más de trescientos alumnos, en la Universidad Complutense
de Madrid y en los años finales del franquismo: toda mi seguridad
superficial se fue abajo al oír una voz femenina a mi espalda:
“¡Qué cara de crío. A éste nos lo comemos!”.
Aún me acuerdo de mi miedo a que se me acabara la materia
que había preparado para cada clase, a que un alumno me hicie-
ra preguntas comprometidas, a perder un folio de mis apuntes y
no poder seguir la clase...
Aún me acuerdo de la tensión diaria para aparentar un serio
academicismo, para aparentar que todo estaba bajo control, para
aparentar una sabiduría que estaba lejos de poseer...
Luego, con el paso del tiempo, corrigiendo errores y apunta-
lando lo positivo, pude abandonar las apariencias y me gané la
libertad de ser profesor:
la libertad de estar en clase con seguridad en mí mismo,
con un buen conocimiento de lo que se puede y lo que no se puede hacer en una clase;
la libertad de decir lo
que pienso, de ensayar nuevas técnicas para explicar un tema,
de cambiar formas y modificar contenidos.
Y con la libertad llegó la alegría: la alegría de sentirme útil a los
demás, la alegría de una alta valoración de mi trabajo, la alegría
por haber escapado a la rutina convirtiendo cada clase en una
aventura y en un reto intelectual.
El camino y la meta me los marcó Unamuno, el viejo Rector
de la Universidad de Salamanca, en una necrológica de Giner
de los Ríos, leída por azar en el Boletín de la Institución Libre de
Enseñanza:
“Era tan hombre y tan maestro, y tan poco profesor -el
que profesa algo-, que su pensamiento estaba en continua
y constante marcha, mejor aun, conocimiento... y es que
no escribía lo ya pensado, sino que pensaba escribiendo
como pensaba hablando, pensaba viviendo, que era su
vida pensar y sentir y hacer pensar y sentir”.
Alumno: Santiago Cuevas Recio
ResponderEliminar2do. B No.22
Este articulo me ayuda abrir los ojos ante lo que debe de pasar un maestro que verdaderamente quiere cumplir con su rol. transmitir conocimiento, pero para hacerlo, debe estar comprometido consigo mismo, pues nadie puede dar de lo que no tiene.
Debe ser libre, expresarlo, mostrarlo y sentirlo, así sera mas asequible para sus estudiantes.